sábado, 25 de julio de 2009

EL SER MÁS PODEROSO DEL MUNDO

Un mago de la India pasaba cierta hermosa tarde por la orilla del río Ganges, el gran río sagrado de los brahamanes y budistas.

De repente oyó un fuerte aleteo sobre su cabeza y movido por la curiosidad, alzó la mirada y vio un buho que llevaba un ratoncito
en el pico.

El mago prorrumpió en grandes gritos y agitó los brazos para asustar al buho; éste dejó caer en efecto, al ratoncito que quedó en el suelo como muerto.

El mago lo recogió, lo curó y después, usando su poder mágico lo convirtió en una lindísima jovencita. La contempló con agrado
y le habló de esta suerte:

-Vamos, mi linda niña. ¿A quién desearías como esposo? Dime tu pensamiento, pues mi poder es grande y no hay duda de que alcanzaré a satisfacer tus aspiraciones.

La joven, que ya no se acordaba de su humilde estado anterior, exclamó:

-Quiero por marido al ser más poderoso del universo.
Esta respuesta no satisfizo mucho al mago, que era hombre sencillo y de apacibles sentimientos; pero como también era fiel a su palabra, se dispuso a cumplir los deseos de su ahijada.

-El sol- dijo-, es el ser más poderoso del universo. Es la luz del mundo y el calor de la vida. Será tu esposo.

Y volviéndose hacia el astro bienhechor, que en aquel momento resplandecía en medio de los cielos, le suplicó que aceptara la mano de la joven.

Mas he aquí que el sol, que había escuchado toda la plática, respondió:

-Con gusto me casaría con la joven, pues es muy bonita, pero no soy el más poderoso. ¿Cómo puedo serlo, si una nube ligera puede eclipsarme y dejarme en la sombra?

Y pronto quedó probado, porque en aquel instante pasó una nube y oscureció al sol.

Entonces el mago pidió a la nube que se casara con su ahijada, pero la nube respondió:

-Con mucho gusto lo haría, pues es muy bonita; mas tampoco soy el ser más poderoso del mundo. El viento me arrastra y
me lleva de un lado a otro, sin que yo pueda resistir a su voluntad.

Iba el mago a ofrecer al viento la mano de la muchacha, cuando observó que se estrellaba contra una poderosa montaña, rugiendo furiosamente, y no la movía ni una pulgada; por lo cual ofreció su ahijada a la montaña, recibiendo esta sorprendente respuesta:

-¿Dónde está mi poder? Sólo tengo resistencia inerte. Las tormentas se disipan en su golpe violento contra mí, pero soy incapaz de moverme nada puedo hacer. Aquel ratoncito que excavó su madriguera a mis pies es más fuerte que yo, puesto que no puedo impedirle que roa mis entrañas para hacer en ellas su vivienda.

El mago se maravilló del resultado de su búsqueda; pero luego comprendió que cada ser tiene su fuerza superior, que es la fuerza de su propia naturaleza. Entonces devolvió a la joven su condición natural, llamó al ratón que había labrado su casa en la montaña, para que ambos formaran un matrimonio feliz, que al fin y al cabo era lo que él deseaba.

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