sábado, 1 de octubre de 2011

POEMA DEL MIO CID

Fecha y polémica sobre el autor

Los datos que aparecen en el explicito nos plantean nu­merosos problemas a cuya solución se han aplicado con irreconciliable tenacidad los estudiosos del PMC. Hasta ahora sólo la referencia a los ejemplos más ilustres. Así, Menéndez Pidal remonta la única copia conservada del poema (compuesto h. 1140) al año 1307 de nuestra cruz (era: 1345) según le apuntaban las indagaciones paleográficas de Leópold Delisle y A. Paz y Mélia y a costa de conleturar en el blanco del explicit una tercera C que alguien habría raspado con intenciones arcaizantes. En cuanto al copista, no se arriesga a señalar a ningún «Per Abbat» en concreto (sólo sospecha de «Abbat» sea apellido y no título eclesiástico, pues de darse este caso 59 el ilustre maestro se decanta por la transmi­sión escrita del único códice que nos ha transcrito el tex­to: la lesa métrica (tan ostentosa infidelidad es impro­pia de la memoria de un juglar) y la escasa probidad poética en la modernización de los asonantes así pare­cen conf irmárselo.

Por otra parte, Jules Horrent también hace (por la identificación semántica de escriuir con copiar) de «Per Abbat» mero amanuense y entiende la raspadura en cues­tión propósito de enmienda de un copista —sea o no «Per Abbat»— del XIV, que distraídamente habría remi­tido el manuscrito a su centuria; y, por ahí, da casi por seguro que el códice conservado date del siglo XJV y que éste «haya sido copiado de un modelo de 1207, el cual no representaba el poema en su primer estado», si bien «es imposible precisar si tal modelo se trataba de una simple copia sin originalidad narrativa, o de una refun­dición en la que el relato habría sufrido ciertas innova­ciones».W Pero en otro estudio, el llorado maestro belga apuró ese par de su gerencias: allí nos sitúa la primera versión del poema alrededor de 1120 (veinte años des­pués de la muerte del Cid), una segunda entre 1140 y 1150 y una «Nueva refundición después de 1160, ador­nada con “modernismos», en el reinado de Alfonso VIII, el primer rey de Castilla que desciende del héroe cas­tellano por excelencia».

Las observaciones de A. Ubieto Arteta —algunas de las cuales están en consonancia con las de Horrent— abonaban ya las de Colin Smith> cuando en 1957 decía bien a las claras que «pudo existir un PMC escrito en 1140, y aun antes de 1128, pero es evidente que sufrió refundiciones...» [cosa en la que no cree C. Smith]. «La fecha de mayo de 1207 dada por el PMC en sus últimos versos nos está dando con precisión el momento en que un refundidor del viejo poema la actualiza» (con que Per Abbat refunde en 1207 el PMC). Finalmente C. Smith (con el apoyo de Russell y Pattison) fecha el poema en los primeros años del siglo XIII y, a tales efectos, nos sugiere algunos casos (el Poema de Alfonso XI, la Reve­lación de un ermitaño y el colofón del Libro de Alexan­dre) en que escriuir vale por «componer» (si por tal —nos argumenta el profesor inglés— lo tuvieron Menéndez Pidal y lan Michael en el LA, ¿a qué viene desmentirlo en nuestro poema?). Aún más: la salvación que parece reclamarse en el y. 3731 (pero los co pistas no sólo de­jaban ir en la Edad Media un Laus Deo o un Laus tibi Christe) le confirmaban en sus intenciones de adjudicar la obra a «Per Abbat». Así las cosas, se fue tras la pis­ta de un «Per Abbat» en contacto con la leyenda ci­diana a comienzos del siglo XIII. En principio, el texto del «Apócrifo del Abad Lecenio» reproducido en La España del Cid (1, 840-844) le llevaba tan fácilmente a 1075 como a 1145-1153; pero sobre todo a 1222-1223, momento en que un tal Pedro Abad (natural) de San­ta Eugenia pleitea con el Abad de Aguilar, don Mi­guel, y ante la presencia del rey Fernando III, sobre los intereses del monasterio de la localidad recién aludi­da. Es el caso que este candidato para autor del PMC perdió el pleito por alegar ahí unas cartas falsas y el mencionado documento (también con toda la pinta de ser espúreo) en que se donaba el monasterio al Campea­dor («domno Roderico Diaz Campeatori») y a su pariente Lecenio. Sólo con echarle un vistazo a ese diploma com­prueba en seguida que en la lista de los dieciocho con­firmantes laicos se colaron diez personajes relacionados con la historia y la leyenda del Cid; luego, «este falsifi­cador —Per Abad— ¿habría utilizado estos mismos ma­teriales, algunos años antes (1207), para componer la versión existente del PMC?» (1977, p. 33). El C. Smith de The making of the «Poema de Mio Cid» (1983, pp. 67-72) da unos cuantos pasos más allá en la hipótesis en cuestión y otras tantas vueltas sobre los problemas léxicos de la palabra escrivir. Imagina en ese trabajo a un «Per Abbat» jurista, acompañado de sus hijos, Juan y Pedro, tam­bién del oficio, y nacido entre 1170 y 1175. Con tal base, advierte en el uso de escrivir la versión vernácula del verso latino seripsit al que recurrían los notarios para acabar sus diplomas; y, a su vez, los pormenores de fe­char el Poema por el mes y por el año también se le an­toja reminiscencia de un hábito notarial.62 Y a pocas pá­ginas de ahí (de la 75 a la 86) recapitula y afina —en compañía de M. E. Lacarra— su con ¡etura: se atzene ahora al texto en si (los aspectos legales que el poeta vis­lumbra en la mayoría de los actos humanos, la vida con­dicionada por la ira o gracia del rey, el «duelo final», etc., etc.) y a sus relaciones con el falso diploma (el «ó dizen Casteión» le suena a «ubi vocitant Villanova» o a «ubi dicent Felgario»; el «Minaya Álvar Fáñez que Çorita man­dó» a «comes Petrus Asuriz mandante Saldania», y el epíteto «el Castellano» referido al Cid a «Ruderico Didaz Kastellanus»).63 En semejante contexto, pues, nos mues­tra a un poeta (el del PMC) familiarizado con los fueros: al fondo de «lo que comien so pan» (y. 1682) se deja oír el «pro hominibus qui panem suum comedunt» del Fuero de Cuenca, y la referencia en el y. 902 al «Poyo de mio Cid» nos acerca al Fuero de Molina. Pero ade­más de la filiación —por temas y lenguaje— de la obra con otras jurídicas, el poeta tiene presente (a ese pro­pósito) el «trial de Canelón» del Roland al que dio en su desarrollo en el PMC un tono propio. Es más: parte de la fraseología jurídica puede documentarse tanto en los textos legales españoles como en la épica y el derecho francés; pero se le escapa el lugar preciso de donde lo tomó nuestro poeta (véase Hook, 1980, p. 35 n. 14, e Ivy A. Corfy, 1984, pp. 169-177). Pues los notarios —bi­lingües y vanguardia de una revolución lingüística en los años posteriores a 1200— recurrían al estilo formu­lis tico en todo tipo de documentos, así Per Abbat pudo valerse de ese estilo, al que quizá añadiría otros mu­chos clichés tomados directamente del latín. Por ese ca­mino, Brian Dutton ha venido a considerar la posibili­dad de un origen jurídico para tres fórmulas épicas en concreto («las exidas y las entradas», «~Dios, qué buen vasallo, si oviesse buen señor!» y «d’ella e d’ella part»)M P. E. Russell y M. E. Lacarra, decíamos con un silencio locuaz, también con el auxilio de testimonios jurídicos e históricos, optaron por atribuirle a nuestro poema un nacimiento culto y tardío.

Sin embargo, aún quedan por contestar satis factoría-mente a muchos de los argumentos que nos adujo Me­néndez Pidal en su edición crítica del Poema para colo­carlo «a mediados del siglo XII». Sólo dos casos. El poe­ma latino sobre la conquista de Almería (año 1147), escri­to antes de morir el emperador (año 1157) e incluido en la Chronica Adefonsi imperatoris, parece atestiguar, por el uso del epíteto «Mio Cidi», que el «cantatur» no alude a textos latinos (pues, por ejemplo, el Carmen y la His­toria lo nombra «Campidocto r»), sino presumiblemente al PMC (C. Smith 1983, pp. 63-64, apuesta antes por un «cantar paralelístico» por el estilo de «Çorraquín San­cho»); allí mismo, y a diferencia de la historia, se une el destino (épico) de Alvar Fáñez al del Cid («Mio Cidi pri­mus fuit, Alvarus atque secundus»): «Lo cierto es que Alvar Fáñez es siempre en el Cantar la segunda persona después del Cid (vv. 1257, 1230, 616, 2561, etc.) y su inse­parable compañero, mientras que en los sáficos o en la Crónica latina del Cid no figura para nada Alvar Fáñez, pues en la realidad llevó una vida aparte que no impo­nía la comparación de méritos, como lo impone el autor del Cantar uniendo en todas las empresas el nombre de los dos más grandes guerreros de Alfonso VI, arbitraria­mente y contra la realidad de la historia.»~ (Colín C. Smith, 1977, pp. 46-47, tiene a los versos en cuestión por «un aparte dentro de un extenso elogio de Alvar Fáñez, sus antepasados y descendientes»: los dos guerreros van ahí unidos por el renombre que se labraron en su tiempo; pero no, en cambio, por hazañas que acometie­ra en común.) Miguel Barceló, 1967-1968, pp. 15-25, ha aportado nuevos datos y otras conclusiones para el primer caso: el Linaje navarro del Cid —cuyo termi­nus ad quem lo pone en 1194— utilizó para cada una de sus partes uno u otro sobrenombre («Mio Cidi» para la primera y «Campeador» para la segunda); por otro lado, en el Liber Regum 1 (1194-12 11) se dan por inter­cambiables o en convergencia tales epítetos: sea causa o efecto el PMC de esa unión, el proceso en sí podría enmarcarse entre los años 1094-1212 o 1215. El recurso al empleo del sello tanto pendiente como particular o el testimonio de las cláusulas del descargo de la ira regia marchan a reforzar la hipótesis de la composición tardía del Poema. Etc., etc.

No conviene, pues, pasarse por alto los «pros» ni los «contras» de las teorías en discusión (desde luego sí que cabe también reflexionar sobre otros puntos que se nos podrían ocurrir igualmente objetables: se salva, p. e., el escollo de los arcaísmos elevándolos a categoría de arti­ficio poético): 67 sólo con una perspectiva amplia, que contemple el PMC «como culminación de unas materias y unas formas en progresiva elaboración a lo largo de todo el siglo XII» ~ («la tradición épica del poema», tam­bién concluye Horrent, «puede ser considerada como continua en el curso del siglo XII»), podremos esclare­cer puntos oscuros que hasta ahora nos hemos empeña­do en tener por irreconciliables.

Resumen:

Cantar Primero

Envió el Rey don Alfonso a Ruy Díaz mio Cid a un destierro forsoso viendose este obligado a viajar y dejar en a su esposa Jimenza y sus hijas en un monasterio a crgo de unos monjes, luego de que nadie se atrevía a darle asilo, en una noche recibión la visita del Arcangal Gabriel quien le había dicho que vendrían días gloriosos y asi emprendió la lucha contra los Moros, y poco a poco derrotó a estos.

Fue el Monarca quien mostro su alegria por las victorias del Mio Cid, quien demostro la fidelidad que tenía hacia la Corona.

Cantar Segundo

Con la derrota de los reyes Moros en manos del Cid, el rey perdona al Cid y le concede instalarse en Valencia, donde se reuniría con su esposa y sus hijas Elvira y Sol.

El Cid acumula una fortuna por sus grandes victorias y los infantes de Carrión se fijan en las hijas del Cid y piden enmatrimonio a las muchachas quienes son concedidas por el Cid, pero la ambición de los infantes fue la única razón que condujo a los infantes a pedir en matrimonio de Ruy Díaz. Este canto termina con la preparación de la boda de las hijas, quienes eran la adoración del padre.

Cantar Tercero

Las bodas de las hijas del Cid se realizán con los infantes de Carrión, pero estos demuestran su cobardía al actuar como cobarsdes ante situaciones que debían demostrar su valentía, pero ellos prefirieron huir a esas situaciones.

Con mucha verguenza vaajaron con sus esposas y para vengarse del riduclo que les hizo pasar el Cid y sus soladdos, golpearon a sus esposas.

Los Infantes de Navarra y Aragón al enterarse de que habrían nuevas nupcias deciden pedir la mano de las hijas del Cid y ahí concluye el tercer canto con el matrimonio.

Mensaje:

El mensaje que nos brinda esta obra es que la lealtad y la lucha honesta como la valentía al enfrentar las situaciones que se presentan hacen de los hombres más importantes y que los cobardes que no enfrentan las situaciones les hacen hombres miserables.

El amor, el respeto y la fidelidad son muy importantes en la vida de los hombres, “que se hacen más grandes, cada día con el amor que brindan, con el respeto que profesan y la fidelidad que proponen”.

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