EL
LIBRO DE LA SELVA
En la densa y enmarañada jungla de la India vivía una bondadosa
familia de lobos. Estaban encantados por el reciente nacimiento de cuatro
cachorros. Una horrible noche su tranquilidad fue interrumpida por un terrible
rugido. Era Shere Khan, el tigre malvado. El tigre accidentalmente se había
quemado las garras en los carbones al rojo de una hoguera hecha por los
humanos. Gritando del dolor, dejó caer el paquete que se acababa de robar. ¡Y
qué paquete era ése!
Del paquete salió gateando un niñito
regordete de cabello negro. Sin miedo alguno, en cuatro patitas, se le acercó
poco a poco y sonriendo, a un lobo. El lobo se asombró por esto y se llevó al
niño a casa donde su pareja, lo cargó del cuello como hacia con sus pequeñines.
“Un cachorro humano!” exclamó la Mamá Lobo. “Nunca he
visto a ninguno antes”. Había una gran ternura en su voz y el niñito
inmediatamente supo quién lo iba a cuidar.
Mientras tanto, el dolor del tigre
se había calmado. Fue a la madriguera de los lobos y rugió, “Regrésenme mi
presa ya mismo!”
La
Mamá Lobo
se negó rotundamente, “Lo voy a criar junto con mis otros hijos!”“Nuestro jefe,
Akela, va a encontrar una solución,” dijo Papá Lobo.
Akela era un lobo grande de pelaje
muy espeso. Vivía solo en la cumbre de un alto acantilado. Desde allí vigilaba
a su manada de lobos. A Akela le presentaban todos los cachorros recién nacidos.
Él era quien tomaba las decisiones más importantes y decidió aceptar al niñito
en la manada.
Al tigre lo sacaron a la fuerza, y
se fue resoplando y refunfuñando con furia. Mamá Lobo le puso el nombre de
Mogli a su nuevo cachorro.
“Balú va a educar a Mogli igual que
a los otros cachorritos,” dijo Akela.
Balú era un oso pardo viejo, m
paciente. Era un poco desarrapado pero conocía todos los secretos de la selva.
Le enseñó a Mogli cómo olfatear el
peligro, cómo hablar con los otros animales que vivían en la selva y en cuáles
animales no debía confiar. Desafortunadamente, a Mogli a menudo le aburrían sus
lecciones y no le daban ganas de escuchar a su maestro, prefería ponerse a
jugar.
“Tienes que aprender todas las leyes
de la selva,” le decía Balú. ‘Tienes que escuchar lo que te diga. ¡Es por tu
propio bien!”
Pero el niñito no le prestaba mucha
atención a Balú. Mogli preocupaba tanto al pobre oso que un día el maestro se
vio forzado a gritarle.
“Está muy chico. ¡Tienes que ser más
paciente!” dijo Baghira, la pantera negra amiga de Balú. “Eres demasiado
exigente!”
Pero ni los gritos de Balú cambiaron
la actitud de Mogli. Al chico le atraía el mundo de los monos. Quería jugar en
los árboles, columpiarse de una rama a otra y tirar cocos.
¡No deberías jugar con los monos! le
dijo Balú a Mogli. “y definitivamente, no deberías confiar en ellos!” agregó
Baghira.
A pesar de las advertencias, Mogli
se hizo muy amigo de los monos. Éstos se aprovecharon de eso, secuestraron al
niño y se lo llevaron a las Guaridas Frías. Ésas eran las viejas murallas de
una ciudad abandonada que ahora estaban completamente cubiertas por vegetación
de la selva. Los monos tiraron a Mogli a un lugar que parecía una cárcel y lo
dejaron allí.
“¿Por qué no escuche a Balú y
Baghira?” pensó Mogli. “Por qué me confié en estos horribles monos?”
La noticia del secuestro de Mogli
corrió rápidamente entre todos los animales de la selva, y al poco tiempo se
creó un plan para liberarlo. Era dificil derrotar a los monos porque viajaban
en grupos grandes. A Balú y Baghira no les iba a ser fácil salvar a Mogli. A la
única criatura que los monos le tenían miedo era a Kaa. Éste era un viejo pitón
que siempre andaba con hambre y le gustaba comer monos como bocadillo. Kaa
aceptó participar en la expedición.
Al día siguiente, los tres valientes
amigos se dirigieron a las Guaridas Frías.
Fue una batalla dificil. Balú y
Baghira no tuvieron mucho éxito, pero Kaa pudo llegar cerca de la cárcel.
Asustó a los monos con su horrible silbido y éstos se corrieron lo más rápido
que pudieron.
Un vez que Mogli ya estaba a salvo
recibió una tremenda regañada. “Arriesgando nuestras vidas por tu culpa!” gritó
Balú.
Mogli estaba muy apenado. Esa noche
le contó a mamá Lobo todo lo que había pasado. Se acurrucó entre las garras de
ella y lloró como un bebé. Mogli se dio cuenta que aunque amaba mucho a sus
amigos de la selva, tenía que experimentar cosas nuevas y buscar criaturas que
fueran más como él.
Entonces, un día Mogli decidió
visitar la aldea de los humanos. Quería conseguir un poco de su luz roja, a la
que balú la llamaba fuego. Balú le había explicado que los humanos usaban el
fuego para ahuyentar a las bestias salvajes. Mogli pensó que esto podía ser
útil como arma contra Shere Khan, el malvado tigre. Mogli caminó a una choza y
se asomó por la ventana. Allí, sentada al lado del fuego, estaba una muchacha
tejiendo una canasta de paja. La visión de una criatura tan bella despertó la
curiosidad de Mogli. Pero inmediatamente pensó, “Debo conseguir el fuego y regresar
a Balú lo más pronto posible”. Y así lo hizo.
Pasaron muchos días, pero Mogli no
podía olvidar a la chica. Un sentimiento raro se había agitado en su corazón y
ese sentimiento lo ponía triste y alegre al mismo tiempo. Decidió contarle su
problema a Balú.
“Tienes que regresar y vivir con los
humanos,” concluyó el sabio Balú. “Cuando Mamá Lobo te tomó eras un cachorro.
Pero ahora eres un hombre y necesitas vivir con tu propia gente. Te he enseñado
todos los secretos de la selva, pero no puedes continuar viviendo con
nosotros.”
Mogli no quería dejar a sus amigos.
Todo el mundo lo quería y los lobos lo consideraban su jefe porque había
ahuyeritado a Shere Khan con el fuego.
Pero aún ese honor ya no era se para
que se quedara.
Mogli regresó otra vez a la aldea de
los humanos, unos niños lo vieron y corrieron gritando del miedo. Los gritos
alertaron a los hombres de la aldea que inmediatamente capturaron al pobre
Mogli. Pero en medio de la multitud una mujer gritó con voz temblorosa, “Tal
vez es mi hijo, el que el tigre me robó!”
La mujer era Messua, la verdadera
madre de Mogli. Mogli sintió por ella el mismo cariño que había sentido por
Mamá Lobo e instintivamente la abrazó.
“Ven, mi hijo. Te voy a enseñar
nuestras leyes y nuestro idioma. Hay tanto que te he podido enseñar durante
todos estos años,” dijo Messua. Mogli la siguió a la choza sin ningún titubeo.
Se sentía más seguro y feliz que nunca antes en su vida.
El tiempo pasó y Mogli aprendió
muchas cosas nuevas, un día vio a la chica que había observado por la ventana.
Pero Mogli era demasiado tímido para hablarle.
Mogli se sentía bien en la aldea de
los humanos, pero el llamado de la selva y su amor por Mamá Lobo, Balú y
Baghira todavía eran muy fuertes. Una noche, Mogli se fue de la choza y regresó
a la madriguera de Mamá Lobo.
El invierno pasó y llegó la
primavera. Esa es una estación muy especial en la selva. La naturaleza se
despierta, los colores y las fragancias cambian y los aullidos de los animales
se vuelven aullidos de amor. Todo el mundo busca una pareja. ¿Y Mogli?
Balú se dio cuenta que al joven le
atormentaba decidir entre su amor por la selva y el deseo de estar con los de
su mismo especie. El sabio y viejo oso quería ayudarlo, pero Mogli se había
encerrado en sí mismo y se negaba a aceptar consejos. Mamá Lobo vio lo que
estaba pasando.
“Estoy feliz que hayas regresado,
“dijo, “pero ahora ya creciste.” Has vivido aquí muchos años y has aprendido a
vivir en la selva. Pero no eres lobo. Eres hombre, puede venir aquí siempre que
desees, mi cachorrito, pero tu verdadero lugar está en la aldea de los humanos
con tu verdadera madre.
Mogli no contestó. Mamá Lobo era iy
diferente a Messua, pero a las dos las amaba con el corazón.
Una mañana, Mogli se despertó con
una fuerte necesidad de estar solo. Decidió ir a caminar a la orilla del río.
La naturaleza había llegado a la
cumbre de su esplendor. La selva estaba radiante de vegetación de brillantes
colores. Se podía ver un cielo azul y despejado a través de los árboles y el
sol enviaba la justa cantidad de calor. De pronto, Mogli detuvo su caminar. ¡La
chica de la aldea de los humanos estaba allí mismo, frente a él! Andaba
recogiendo agua de una fuente. El inteligente y valiente Mogli, que había
vivido en la peligrosa selva y había ahuyentado a Shere Khan, ahora estaba
temblando cuando se acercaba a la chica. Pero ella le sonrió con dulzura.
Como bajo un encanto, Mogli caminó
hacia la chica. Este fue el comienzo de una nueva vida para los dos.
PERSONAJES DE LA OBRA
- Familia de Lobos: papá lobo, mamá lobo
- Shere Khan – Tigre Malvado
- Mogli: El niño
MORALEJA
Este cuento nos demuestra que
tenemos que convivir, aprender y relacionamos con lo nuestro.
Porque las costumbres, el hábitat y
el vivir de los animales no racionales son totalmente distintas o diferentes a
los animales racionales. Sin embargo tenemos que apreciar y considerar a estos
animales que habitan o se encuentran en las selvas o bosques, ya que ellos
forman y ocupan un lugar muy importante de nuestro planeta.
Y, por ultimo las personas tenemos
que ser organizados como los animales, ya que es necesario que imitemos también
muchas cualidades de ellos y así marchar unidos para el bienestar de nuestra
Patria y del mundo.
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